Faustino Sánchez estuvo en San Sebastián y con él Détour. Desde allí, día a día, enviaba sus tuits-acuarelas creando una historia de bolsillo del Festival. Los hemos reunido todos aquí y él mismo, Bartlebooth de regreso, ha escrito una introducción acercada del valor de los premios. Mientras tanto, estamos construyendo un inmenso laberinto-puzzle de treinta y seis piezas y ciento cuarenta y cuatro entradas, espacio para perderse en lo que será la crónica sentimental y emocional, además de matemática, de aquellos días. Próximamente.
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La decisión del jurado de este año de entregar la Concha de oro a Los pasos dobles ha sido especialmente polémica, cuando quizás la polémica deberían venir por otras decisiones más difícilmente justificables. La película de Isaki Lacuesta es, ciertamente, arriesgada, diferente, y pone en cuestión una serie de temas, estilos y formas de abordar la realidad que se alejan de lo convencional. Se trata de una película cuestionable, seguramente irregular, pero cuyo riesgo, valentía y valor artístico no deberían olvidarse a la hora de evaluar la coherencia de la concesión de un premio de estas características. Seguramente nos habría gustado ver en el palmarés oficial las obras de Joao Canijo, Terence Davies y Arturo Ripstein en lugar de los discutibles galardones del premio del Jurado y el premio al mejor director de Le Skylab y Mundo injusto, las películas de Julie Delpy y Filippos Tsitos respectivamente, pero quizás el primero era demasiado arriesgado, el segundo demasiado esteticista y el tercero demasiado premiado en el pasado como para figurar en el palmarés. Y, finalmente, nos congratula, aunque también sabe a poco, el premio al mejor guión para la entrañable y magnífica película de Hirokazu Kore-Eda, Kiseki.
17, sábado
Nuestras primeras sesiones en @sansebastianfes son Urbizu y Kim Ki Duk. Películas de fantasmas que persiguen sombras, o viceversa. Urbizu, debiendo tanto a Leone como a Melville, consigue una película propia, ni polar ni spaguetti. Cine de apariencias, ambigüedad y espejos. Urbizu traza un túnel invisible que une el corazón con la periferia de la gran urbe, y juega a confundir casualidad y causalidad. Kim Ki Duk cada vez se muestra más peligroso moralmente. En Amén extrema su propuesta de mujeres abnegadas y entrega espiritual. Amén parece a ratos un videoclip sin música. Contiene símbolos gruesos y dogmáticas tesis que toda mística puede justificar… Estaría bien compararla con Yo te saludo María, ópticas y resultados totalmente opuestos.
Martha Marcy May Marlene. Otro drama sobre la dominación masculina justificada por la mística. Traumas y complejos de la América profunda. ¿Quiere Sean Durkin hacer parábola de la América post 11S? Paranoia entre el recuerdo y el sueño que queda demasiado lejos de Pynchon o DeLillo.
18, domingo
Steve McQueen muestra en Shame que la soledad urbana, el desarraigo y la ausencia de vínculos pueden convertir la vida en funambulismo entre infierno y paraíso. La vida es cíclica, pero cada iteración nos muta, no podemos volver atrás, nada de regresar a casa. Luces, sombras, dualidades íntimas.
Nuevo producto de la factoría Coixet. Sarah Polley empalaga con Take this waltz, típico drama sobre mujer entre dos hombres y dos modelos de vida. Polley la llena de clichés indies, pose liberal, constantes subrayados, para que no quede duda, y referencias al cine romántico clásico. Así, la estatua de la libertad se convierte en faro, el carrusel de Carta de una desconocida en atracción de feria, y desaparece la carbonilla en el ojo.
Nader y Simin baja a tierra firme las películas de juicios, y consigue que los personajes se conviertan en personas, con todos sus defectos. Farhadi nos convence de que, sea el tema muy grande o muy pequeño, lo importante son los intersticios, la dialéctica que llevan los hechos.
Más dominación masculina en Silver Tongues, con el teatro, la simulación, como forma de vida, instrumento para liberar instintos perversos. La rutina de la clase media subsiste gracias a las mentiras de una imaginación redentora. Transgredir para que todo siga igual.
19, lunes
Terence Davies nunca nos falla. En The Deep Blue Sea vuelve a mostrar el caprichoso devenir del recuerdo, como volutas de humo bailando en el aire. Davies se muestra esta vez menos nostálgico y más orgánico, pero sus imágenes musicales siguen rimando y dejándose leer, entrar en ellas…
En Los pasos dobles, Lacuesta juega con la búsqueda y el mito, sigue su camino de encontrar resonancias y diálogos entre culturas. Que Cósimo, de El barón rampante, se vuelva africano es solo una de las puertas que abre la peli, pero son tantas que es difícil conectarlas.
Wenders sigue con el piloto automático en Pina. Cumple sin arriesgar con un 3D eficiente, pero que acomoda las formas y el pensamiento. Pina son cuerpos y espacios, fisicidad proyectada en espacios simbólicos, pero vacíos de interpretación y contenido.
Julie Delpy quiere hacer en Le Skylab su particular Milou en mayo, con satélite en vez de maoístas, pero olvida las raíces del cine francés. Familia y campiña, adolescentes y playa… No se puede filmar como si Renoir y Rohmer no hubieran existido. Y menos en Saint Malo.
20, martes
Kore-Eda conmueve con su comedia familiar y sentimental Kiseki, sobrevolando otra vez a Ozu (Buenos días), pero sin mímesis de estilo. Todos somos hijos de nuestras propias frustraciones. Tres edades, tres emociones, vidas a la expectativa, como un volcán liberando ceniza.
Nicolas Provost, otro videoartista, rueda en The Invader el contraplano de Shame, pero aquí la frustración es africana y entabla una lucha de clases. Sexo en cristaleras: lleva camino de convertirse en la imagen del festival. Sexo y violencia, ¿dos vías de canalizar la energía sobrante?
21, miércoles
Lacuesta y Barceló concretan su propuesta en El cuaderno de barro y salen ganando. Materia y vida perdurables, el tiempo para moldear… El artista Barceló parece acercarse al artista Tarkovski. Mitos, terrores, tradiciones perdurables: de la tribu africana a la tribu occidental.
Johnnie To divierte con sus gangsters especuladores. Nos muestra en Life without principle que en un sistema injusto todos somos injustos. Ley de la selva: el banco, cueva del león. To salda cuentas con el capitalismo y cuestiona al usurero y al especulador, pero también al ahorrador.
Por su tema, cuesta criticar La voz dormida, pero eso lo hace aún más grave. Caricatura y panfleto lleno de clichés, subrayados y excesos. «No hay que hacer películas políticas, hay que hacer políticamente las películas» Jean Luc Godard.
Maravillosa Abrir puertas y ventanas. Tres chicas y una casa. Entre La ciénaga y Du cote d’Orouet. Detalles mínimos que contienen el mundo. Cine vivo, de fantasmas, de presencias y de ausencias. Cine de silencios y miradas, sacado de las entrañas, directo del corazón.
No aporta mucho Stilleben, otra película en la onda hierática austriaca de familias quebradas, sordidez moral, sentimientos gélidos y personajes robotizados. Con discutibles momentos de ironía.
En 11 Flowers Wang Xiaoshuai cumple con una delicada fábula sobra la mirada impresionista de un niño, aunque le vendría bien ser algo menos explícita. La mirada entrecortada del niño a fantasmas y mayores, a través de un cristal con vaho, entre la fascinación y el miedo, vale por toda la película.
22, jueves
Tiranosaurio. El título la autodefine. Película que nace vieja. Con los peores tics de Sundance. Personajes marginales, víctimas que son verdugos, alcohólicos, solitarios unidos por su desdicha, planos desenfocados marca de la casa y ¡hasta momento videoclip!
The days after. Kore-Eda completa su díptico infantil volviendo a su gran tema, ya desde Maborosi: la desaparición de los seres queridos. Delicada y suave, nos recuerda que las pérdidas son para siempre, que los fantasmas viven dentro de nosotros.
¿Corrupción policial o locura individual? Rampart, irregular y cuestionable, presenta un protagonista potente en la estirpe de Ethan Edwards, Travis Bickle o el teniente corrupto de Ferrara, en un dibujo muy alejado del Lumet de El príncipe de la ciudad, pero interesante.
Algunos precisos y estéticos encuadres salvan A Beautiful Valley de su insípida construcción. La vejez es aferrarse a la renuncia de la propia inactividad. Nostalgia ante la decadencia de lo que fue toda una vida entregada al kibbutz.
¿Naturalidad u obscenidad? El protagonista de Ending Notes, muerto, cuenta por voz de su hija la última fase del cáncer que lo mató, tras una vida de próspero asalariado de una multinacional nipona. Y a nosotros nos causa una indigestión para cerrar el miércoles.
Abrimos el jueves con Los Marziano, familiar y sensiblera comedia argentina, complaciente consigo misma y con el público. Redención familiar. El dibujo de Anna Katz no solo cae en las plantillas predefinidas, sino que incluso su humor es insulso e inocuo.
El cine portugués sigue haciendo milagros y Joao Canijo nos trae la extraordinaria Sangre de mi sangre, fresco familiar sin miedo al melodrama. Polifonía de voces e imágenes que se entrecruzan, primeros planos que hablan, planos secuencia que estremecen y que ni la sordidez final empaña.
Público y prensa se rinden a un Kaurismäki que reincide en Francia con Le Havre aunque sin llegar a la brillantez de La vida de Bohemia. Suave crítica social con la inmigración como telón de fondo para una fábula habitada por el reconocible y amable microcosmos de Kaurismäki.
23, viernes
Happy End parece seguir la moda Larsson del maltrato a mujeres. Pero su forma es tan anodina que no parece creer demasiado en sus imágenes. Y cuando, de repente, quiere poner algo de nervio, llega a caer en el ridículo. Oscuridades nórdicas para suecos sin Ikea.
Ulises plantea la interesante revelación de que el avance social está directamente relacionado con la independencia individual. Otro episodio de inmigración, más reconcentrado y serio que Kaurismäki, para la última película de un día que nos ha dejado regusto portugués.
Arturo Ripstein filma el contraplano de la película de Davies en Las razones del corazón. Brillante puesta en escena que podría darle su tercera Concha. Ripstein recrea sin morbo una angustia buñueliana que intelectualiza la pasión amorosa sin coartadas morales. Relojes, raticidas y una X-Box.
Otro contraplano: el dócil policía de Mundo injusto vs el violento de Rampart. Paisajes imaginarios de una Grecia que se agarra a la bondad individual. Tsitos fuerza demasiado la mímesis de Kaurismäki y no consigue ser tan detallista y preciso, pero su cínica fábula humanista tiene gracia.
24, sábado de nuevo
No sé muy bien a qué juega The Artist, si a ser Cantando bajo la lluvia, a ser Guy Maddin, o simplemente a hacerse pasar por lo que no es. A pesar de algún gag que pueda hacer justicia a los clásicos del mudo, la película respira entre dos mundos que no acaban de entenderse.
Perfect Sense tiene el problema de que parece pensada para ser película de culto. Apocalipsis a partir de la destrucción de nuestros sentidos. Concesiones a la estética publicitaria y pretensiones elevadas para una cinta que abre interesantes puertas para el subgénero apocalíptico.
Americano. Búsqueda de las raíces familiares y descenso a los infiernos. Podría ser mucho más pero se le reconoce su personalidad visual. Arqueologías personales en un cajón, fragmentos infantiles que forman parte de nosotros, aunque permanezcan desterrados de nuestra memoria.
La clausura de la sección oficial es Intocable, comedia paternalista y llena de concesiones, que busca a toda costa la complicidad del público. No se le puede negar algún buen golpe de humor, pero juega deshonestamente con elementos como la amistad, la enfermedad, la clase social…
Drive: ruido de fondo en la ciudad, murmullo de emociones contenidas devenidas en catarsis. Vigor y nervio, pulso firme, explosión existencial. La descarga de sangre, adrenalina y vértigo emocional resucitan con imaginación tópicos entrelazados del cine de género. Gran cierre para San Sebastián.
Y llegamos al final, a la estación para volver a casa. Nuestras preferencias para los premios: Canijo, Ripstein, Davies y Kore-Eda.